sábado, 24 de abril de 2010

Me gusta esperar

Los fines de semana que trabajo, todos los sábados subo a su casa.
Cojo el 125 en Arturo Soria y en 6 minutos llego al cercanías de Ramón y Cajal.
Normalmente he de esperar unos 30 minutos hasta que llega el tren que va a Valladolid. Aunque es bastante tiempo, y con frío se alarga más, no me importa esperar porque los "krispis" que me sobran del desayuno se los doy a los pájaros, pichones creo que son.
En cuanto me siento, parece que lo huelen porque empiezan a revolotear muy próximos a mí. Entonces abro el tapper y les voy echando los "kripis".
En el vídeo se puede ver. Disfruto viéndolos. Disfruto el que se acerquen.



¿De mayor seré una anciana que da de comer a las palomas? Yo me veo como la vieja de los gatos de los simpson.

lunes, 19 de abril de 2010

Maja

Pues la noche del domingo ha ido bien, muy tranquila. Será una "intro" a un buen comienzo de lunes. Aunque mi comienzo, va a ser en buena parte mientras duermo.

La mejor llamada de toda la jornada ha sido la de un señor, por la voz un setentón, que ha entrado a saco diciendo que llevaba desde las once de la noche sin luz.
Cuando los clientes hablan de mala manera cuando encima es por un aviso de un fluorescente fundido, me pongo a la defensiva, pero con este señor he decido esperar a tomar esa actitud. Tranquilamente pero con tono alto de voz: ¿Pero dónde no hay luz? ¿Qué donde no hay luz, señor?
El hombre me responde: ¡Pues en mi piso!
¡¡Toma!! Así que le digo, y siguiendo con tono alto de voz (el hombre era un poco duro de oído) que a donde estaba llamando es una empresa de ascensores y que tenía que llamar a la compañía de la luz.
Ayyyy, pobre hombre, que me dice qué como se hace eso. Pues como yo soy muy maja, le he dicho que cogiese una factura de la luz para ver el teléfono y así pudiese llamar, porque yo no estoy en Salobreña y no se que compañía trabaja allí. Pero no ha sido tan fácil. El señor me dice que está de alquiler y apenas lleva un mes allí, así que le sugerí que llamase a información telefónica. Ayyyy, ¡hombre! Me pregunta cual es el número, que tampoco lo sabe. Pues como soy tan maja, se lo digo, pero demasiado rápido. El hombre ruega que no le cuelgue, que le dé tiempo para coger un bolígrafo y papel para apuntar. -¡Por supuesto, señor, -le digo. -Cuando lo tenga a mano se lo digo. Un minuto después consiguió apuntar y agradecerme y reagradecerme la ayuda.

Lo de este señor me ha hecho gracia pero me ha motivado. No tiene nada que ver con el señor que llamó hace dos noches porque se le había caído el techo de la cabina en la cabeza. Por supuesto, es una putada, pero cojones, si llamas para dar ese aviso todo indignado (todo lo indignado que la cogorza le debía permitir) no me preguntes qué haces, lo más lógico para cualquier persona es irse a urgencias, que es una de las cosas que le dije, aparte de que llamase al 112 para que hablase con un médico o le mandasen una ambulancia.
Tras cortar la llamada no pude evitarlo, y mirando a mi compañero, me burlé de él y nos estuvimos descojonando de la risa un rato.

Pero de verdad que en el fondo soy maja, aunque sea muy en el fondo.