viernes, 23 de octubre de 2009

Una imagen puede...

Una imagen puede ser el reflejo de un tiempo congelado, que nos despierta la imaginación, pero solo tú me puedes contar su realidad.

Una imagen puede plasmar el brillo de las estrellas; tus ojos.

Una imagen puede inmortalizar la claridad de la luna; tu rostro.

Una imagen puede congelar el baile de las mariposas; tu cabello.

Una imagen puede describir la tentación de la fresa; tus labios.

Una imagen puede relatar la seducción de una y mil noches; tu piel.

viernes, 9 de octubre de 2009

Paranoia a la madrileña

Ayer fue desesperante. Llorando por tener sueño y no poder dormir, sin saber qué hacer para calmar esa jodida ansiedad.

Haciendo cálculos llevo 20 horas sin dormir. Lo he intentado en el trabajo, pero una silla nunca será un cómodo lugar para hacerlo.


Y dan las siete de la mañana, la hora crítica. Entran las "osea" y las que quieren serlo pero no pueden, que es peor.

¿Cómo puede ser que una persona esté hablando durante 26 jodidos minutos de maquillaje?? Y tras esto, el siguiente tema de conversación es de lo cansada que está miss "osea" porque la tarde anterior, -jo, tía- se ha tirado toda la tarde de compras.

Qué dolor de cabeza.

Por fin, las ocho, me piro cagando ostias. Y la verdad, casi me cago.

Qué retortijones en la barriga.


Ya he dejado el coche en el taller. Y hoy está más lejos. Al menos he llegado a casa antes de lo pensado, sin tener ovarios para hacerlo andando. El tobillo me está matando de dolor y aumentado por tener la sensación de parecerme a la viejuna de mi madre, que siempre le duele todo.


Cada año que pasa envejezco el doble y encima tengo que dar gracias.

Me arrancaría el alma pero ella no tiene valor.

Nunca abro los ojos hasta que me voy a estrellar, así pienso, ¿es mejor ir a ciegas?

Mejor me voy a la cama y no pienso, que se me da mejor.

martes, 6 de octubre de 2009

Precaución, amigo conductor

Ya son 13 los años que hace que conseguí el carné de conducir.
Me considero buena conductora, ante todo. Ante todo, odio que pretendan chulearme, sobre todo porque tengo un picanto. No necesito un coche que me sirva psicológicamente como prolongación... de algo.
Adelanto por la izquierda, sin reparo alguno en hacerlo por la derecha.
Me gusta guardar distancia con el coche delantero; no des por culo cuando no quieres que te den a ti.

Salí de casa a eso de las siete de la tarde. Ya contaba que habría tráfico, pero me lo tomo con calma; voy a llegar igual.
Desemboqué en la A-6, joder, apenas nos movíamos. A la altura de Majadahonda, en el carril del medio: ¡PUMBA!
¡¡Me han dado por detrás!! ¡¡Vaya, qué lista soy!! ME CAGO EN SU PUTA CALAVERA
Freno de mano y bajo de mi Picanto. Del Xantia que golpeó el trasero de mi coche, se baja un chaval.
Le pregunto: -¿Tú sabes qué es la distancia de seguridad?
Y contesta: ¿Tú sabes conducir?
Le respondo: Claro está, que mejor que tú.
Los demás vehículos: PIIIIIIII PIIIIIIIIIIIIII MEEEEECCCCC PIIIIIIIII
Y contesta: A qué te reviento la cabeza.
Pero no hay huevos y muchos testigos; a una mujer no se le pega.
Piensa, piensa. Pienso, pienso.
Apenas tenemos daños, aparte de algo de pintura. Y tras haberlo pensado, cambio a ser dócil y amablemente sugiero apartarnos al arcén.
Vamos a sacar los papeles. Perdona, le digo, pero apenas hay luz. ¿Por qué no nos damos los números de nuestros móviles para concertar una cita? De acuerdo, me contesta.
Al cabo de unos 7 u 8 días recibí la llamada del porculero. Él tenía un tono de voz muy prepotente, con lo cual decidí entonarme nuevamente dócil e incluso, un tanto sumisa. Acordamos día, hora y lugar.
Joder, en aquel bar de la Avenida de la Albufera no había manera de entenderse y le dije que mi casa estaba muy cerca. Si no tenía reparos, podíamos tratar el tema allí.
Y en mi casa, bla, bla, bla... etc.
Cómo son las cosas, él estaba sobre mí. Nos comíamos la boca y el resto como poseídos por doña lujuria [se lo puse]. Cabalgando sobre él, observaba detenidamente su reflejo de placer y disfrutando de sus jadeos, notando su polla hirviendo y que en cualquier momento se iba a correr. Cogí su mano y le puse de pie [se lo quité] y a las pocas sacudidas y lametones, se corrió.
Le empujé a la cama, y aún un tanto exhausto él, sacó el tema del incidente de los coches. Por favor, espera, ponte boca abajo, me apetece darte un masaje. Me hice con el aceite corporal y empecé por sus hombros expandiéndome por los brazos. Termino con ellos y prosigo con la espalda.
Sacamos el tema y volvió a relucir su bravo tono. No pude evitar comenzar a reírme, por lo que él debió quedarse estupefacto, sin dejar de masajear el final de su espalda y sus glúteos.
Le dije: creo que no hace falta hablar más del tema, a mi punto de vista ya está solucionado; donde las dan las toman, darling...
Me dice: Estás locAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRRRRRRRRRGGGGGGGGGGGGGGG
No dijo nada más. Saqué el brazo de su culo y el tema quedó zanjado.