martes, 31 de marzo de 2009

QUE MALA PATA TENGO

A últimos de la semana pasada tuve un gran tropiezo.

Me hice mucho daño en el pie.

A lo largo de la noche se fue hinchando.
Mira que insistieron para que fuera a la mutua, pero como esos no hacen caso... y yo tampoco...

Además, pensé que descansando el finde, ayudaría a recuperarme. Y mucho no ha mejorado, más bien al contrario.

Y llegó el lunes. De nuevo incorporarse al puto trabajo de los cojones. Y tener que aguantar todas las mañanas a las pijas de mierda con sus "trapitos" de aquí para allá.

Tras la siesta no desperté yo muy animada para coger el coche e ir, así que llame para avisar que me encontraba mal y no acudiría a trabajar.

Y llegó el martes, día que estaba citada para acudir al médico de cabecera.
Qué martes tan frío.
Llegué a la consulta algo más temprano de la hora indicada, y eso tras haber hecho malabarismos en el ambulatorio. El centro no está cualificado para personas con minusvalía. Yo, más o menos podía subir y bajar las escaleras; pero me preguntaba y sigo preguntándome cómo hará alguien, por ejemplo, en silla de ruedas.

Entrando a la consulta observé que no estaba la doctora que me corresponde (y a tantos otros pacientes). Pidió le explicara qué me ocurre. No expliqué nada, me limité a sentarme y decir que era mejor verlo, así que me quité la tobillera. Quedando el pie derecho al descubierto, se observó que éste tenía (y tiene, pero menos) un color "morado puñetazo" tirando a "verde hematoma". Sin contemplación alguna, la doctora dijo que fuera a urgencias para que me viera un traumatólogo.
Después preguntó por el lugar donde tropecé para realizar la baja, respondiendo que ocurrió en el trabajo, y rompiendo el parte que tenía, dijo que fuera a la mutua porque es un accidente laboral. Le comenté que en la mutua no es la primera vez que voy por algo relacionado con el trabajo y han pasado de mi culo (aquella vez fue por la espalda) como de comer mierda. Aún así, insistió que fuera.
Pues fui y ocurrió lo que pensaba, lo que dije. Primero solicitaron gran cantidad de datos (menos mal que no era cuestión de vida o muerte). Me hizo gracia cuando me preguntaron la hora del accidente; ¿qué tanta importancia tiene? ¿Es más grave si ocurre a las 4 de la mañana que a las 2?

Tras esperar un rato, accedí a una sala con una médico con cara de amargada. Dijo que fuera a otra sala porque iban a realizar radiografías. En realidad, fue una sola radiografía.
A los pocos minutos confirmaron que tengo un esguince y que el color del pie se debe a un derrame, lo cual es normal. NO - PASA - NADA. Una pomadita e ibuprofeno y a trabajar.
Pedí un justificante por la ausencia del lunes y su respuesta fue: -no puedo justificar algo que no he visto-. ??????????????????????????

Entiendo, a regañadientes, que las mutuas son un negocio. Dar cuantas menos bajas posibles y gastar la menor cantidad de dinero.

No sé, si un trabajador sufre un percance en su puesto de trabajo, se da por hecho que, aparte de los compañeros, el personal de la mutua no lo va a presenciar.

Decidí volver al médico de cabecera por la tarde y le conté por encima lo ocurrido en la mutua.

Tal como observó el estado del pie, se confirmó en su opinión matutina, dándome la baja con fecha del lunes. A continuación llamé al trabajo para volver a decirles que tampoco iba; yendo la situación para largo.

Fuimos a esperar un taxi que nos llevara al hospital. Digo fuimos porque mi madre me acompañó, lo cual agradezco.

Enseguida llegamos a urgencias y ahí tomaron los datos correspondientes. Tras esto me remitieron a la sala de espera.

Mientras aguardaba acudieran a por mí, me puse a leer Madame Bovary. Cuando más ensimismada estaba en la lectura, me llamaron para pasar a la sala de rayos, donde realizaron bastantes radiografías y en toda posición posible del pie.
Cuando terminaron, regresé de nuevo a la sala de espera.

Apenas me dio tiempo a seguir leyendo porque enseguida vinieron por mí, llevándome hasta un pequeño habitáculo con una camilla y allí, en la camilla, aposenté mi culo, dejando colgar las piernas.

Se me informó que no hay rotura, que es un esguince, procediendo a realizar un vendaje compresivo.
Cuando terminó, el médico solicitó esperase en ese lugar hasta que trajese el informe clínico.

Mientras esperaba, pasaron por delante 2 hombres. No tiene mayor importancia si no fuera porque la cara de uno de ellos, aunque pasaron de refilón, me resultó conocida. Y por supuesto que lo era, y esa cara también me reconoció; un compañero del curro que estaba allí realizando una reparación. Enseguida retrocedió y me preguntó qué me había pasado y yo le conté. Mientras hablaba con él, el médico llegó.

Con el pie ya vendado y los correspondientes informes médicos en mi mano, regreso a casa. Qué complicado fue llegar. De hecho, llegué muy cansada, así que he decidido ir con bastón porque me ayuda mucho en caso de tener que caminar.








miércoles, 18 de marzo de 2009

Los Abuelos

A primeros de este mes tuve 3 días de permiso en el trabajo. Son los que corresponden al trabajador por enfermedad, ingreso hospitalario, etc... de un familiar. En mi situación fue porque ingresaron a mi abuelo por una angina de pecho.

Mis abuelos viven en Talavera de la Reina pero le ingresaron en el hospital de Toledo (bastante cutre, por cierto) ya que en éste hospital es donde tienen los medios para realizar cateterismos.

Quedé con mi padre en Vallekas a la hora que él quiso llegar. Nos fuimos con mi coche ya que el suyo no tiene pasada la I.T.V. Qué viaje dio papá, qué gruñón; será la edad... Primero me dijo que soy muy perezosa. Salimos a las 9 de la mañana. En el transcurso del viaje me dijo que limpiase el parabrisas, a lo que le conteste que no era posible porque el depósito del agua estaba vacío. ¡¡Señor!! la charla que me dio. Qué si un camión pisaba un charco (hacía un día esplendido, de hecho todo Marzo está siendo primaveral) y nos salpicaba podríamos tener un accidente. Que tener agua es más importante que tener gasolina en el depósito... Le tuve que rebatir todo lo que me decía, era tan absurdo... Pero él decía que yo quería tener la razón. ¡BAH! mejor dejar el tema -pensé- Fue lo mejor.

Llegamos a Toledo en una hora aproximadamente. Casi tardé más en aparcar, y pagando, claro.

En la sala de espera estaba mi tío. Nos dijo que mi tía y mi abuela estaban en la cafetería. Allí fuimos a su encuentro y nos tomamos un café.

Estuvimos mucho tiempo esperando a que saliera una enfermera y nos dijese como había salido todo; si él estaba bien.
Por fin salió y nos dijo que todo estaba bien. El cateterismo fue algo más complicado dada la edad de mi abuelo, sobre todo por la calcificación de las venas.

Un poco más tarde nos hicieron entrega de unos papeles para que los lleváramos a admisión para asignar habitación al enfermo.

Mis tíos no estaban, fueron a comer, así que mi padre fue quien se hizo cargo de llevarlos. Entonces mi abuela dijo que esperáramos a mi tío porque él no sabría hacerlo. No me hizo ni puñetera gracia ese comentario. ¡JODER!, su propia madre le hace ese comentario a su hijo, y por muy capullo que sea mi padre, no me cabe en la cabeza. En vez de callarme contesté que para llevar unos papeles a una ventanilla no hace falta ser "un pitagorín". Creo que por un oído le entro y por el otro le salió mi contestación.


Todos ya, enfermo incluido, en la habitación. Me acerqué a la cama donde él estaba para darle 2 besos. Luego me dijo que qué delgada estoy; ya, ya lo sé -sin comentarios-.

Y todo el día en el hospital...

Sobre las 18:30 decidimos que mi padre quedaba a dormir en el hospital y mi abuela y yo nos íbamos a Talavera. Otro viaje estupendo. Mi abuela consiguió sacarme de mis casillas porque no paró en todo el viaje de decir que nos habíamos perdido. No pude hacerla entrar en razón y acabe perdiendo los nervios, así que le levanté la voz suplicando que confiara en mí.

Tardamos 1 hora en llegar a Talavera pero se me hizo una eternidad.


Estando ya en casa decidimos cenar:



  • Aceitunas que ellos mismos aliñan en la huerta, pan duro, ensalada y tortilla francesa para las dos.

Ella quería a toda costa que tomara postre. Nunca, NUNCA, tomaré productos lácteos que estén en casa de mis abuelos, a no ser que se desee tener cagalera murciana.


Pedí que encendiera el calentador para ducharme. Me dirigí al baño y ella detrás. La mujer se puso a explicarme que el pomo azul es para el agua fría y el rojo para la caliente. ¿¿¿Eggññ???


¿Será qué mi abuela no sabe que en 30 años me ha dado tiempo a aprender como usar una ducha? Y pensé que era mejor seguirla la corriente.


Estuvo dando explicaciones sobre las diferencias que había en los botes colocados en una esquina de la bañera. Un bote era colonia y el otro gel, así de simple. ¡¡Abuela!!, por favor... -pensé-.


Cerré la puerta del baño para mear a gusto, pero en un abrir y cerrar de ojos, estaba dentro, DELANTE MÍA. Aquello no podía ser cierto. Cogió los vaqueros y las bragas que me había quitado, las cuales aún tenían colocada la compresa. ¡¡Agggg!! ¡¡Abuela!!, por favor... -le dije-.


No había manera de que se fuera. Ya estaba desnuda de cintura para abajo pero entré a la bañera toda vestida de cintura para arriba, pensando en quitármelo dentro para que no siguiera viéndome. Corrí las cortinas y cuando me había quitado el sujetador las descorrió. ¡¡Alé, alé!! mi intimidad a tomar por saco. Si a mí no me gustan mis pechos, el hecho de que me viera en pelotas no sabría ni describirlo en palabras.

Qué odisea para ducharme, no me dejó tranquila en ningún momento.


Más tarde, en el salón, estuvo enseñándome la ropa que le habían regalado sus otras nietas. Hizo un pase y ya decidimos que ropa se pondría el día siguiente. Al cabo de unos 4o minutos dije que me iba a la cama.


Me despertó a las 8 de la mañana. Ya había preparado el desayuno, de hecho ella ya había desayunado. Cuando entré a la cocina, había en la mesa un vaso con un líquido color beige, lo cual se suponía era café con leche. Al lado unas galletas; y hasta estaban buenas. Luego entró mi abuela y sacó de la nevera una pequeña bolsa de plástico que contenía unas porras más tiesas que la polla un novio. ¿Pretendía qué me las comiese? Intentando ser lo más cortés posible, se las rechacé. Entonces, volvió a meter la pequeña bolsa blanca de plástico en la nevera.

¿A quién le deparara la ingesta de esas porras tiesas como la mojama? -Eso me pregunté en aquel momento y aún sigo preguntándomelo-.


A eso de las 9 y algo salimos dirección Toledo. Esta vez el viaje fue algo más relajado. Tardamos lo mismo, 1 hora aproximadamente.

Paré un momento a la puerta del hospital y allí ella bajó. Tardé una eternidad en aparcar, pagando, claro.

Todo el día en el hospital, no comí. Me sentía muy cansada. Lo bueno es que al final de la tarde le dieron el alta a mi abuelo.


Ahora ha de cuidarse. Ya le hemos dicho y redicho que ha de dejar la huerta porque no puede hacer esfuerzos físicos.


Tengo muy buenos recuerdos de todas las huertas en las que mi abuelo ha trabajado.



Si mal no recuerdo, mi hermano y yo estamos con los hijos del dueño de la huerta.

Me encanta esta foto. Solo se me ve a mí en el tractor. ¡¡JULI!! ¿Recuerdas el tractor? Aquí estás tras de mí.





El tiempo pasa muy rápido...




Estas fotos ya son de la última huerta en la que ha trabajado abuelo.
¿Qué estaban recogiendo mi padre y mi hermano? Mmmmm, tomates no... A lo mejor brevas...

Abuelo... Jubilado y sigue faenando en la huerta. Entiendo que es su vida, a ello se ha dedicado siempre. Abuelo... Ya toca dejarlo.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Me pregunto

Ayer la vi por ahí bebiendo. Queriendo morir llorando. ¿Quién le hizo eso a ella? Tan bella... Y ahora sus sueños van en esa botella.

¡Se fue y la dejó en un rincón llorando! Y aquí estoy yo, por sus besos rogando. ¿Cómo no pudo ver lo qué por dentro es?

Ya no quiere querer. ¿Y qué le puedo hacer?

Nadie deja morir una flor tan bella, ni deja sin castillo a una doncella.

¿Quién bajo del firmamento tan hermosa estrella?
Le pagó con sufrimiento y hoy ya no brilla ella.

¡Se fue y la dejó en un rincón llorando!, y aquí estoy yo, por sus besos rogando. ¿Cómo no pudo ver lo qué por dentro es?

Ya no quiere querer. ¿Y qué le puedo hacer?

martes, 3 de marzo de 2009

Marzo pintan bastos

Estoy decepcionada y no sé por qué. Me siento mal. Toda esta mierda en mí cabeza lleva más de una semana moviéndose sin cesar.

Mentalmente estoy muy cansada y los días libres no dan para descansar en condiciones.

No entiendo una mierda el libro de Gala, otra cosa más aparcada.
Para comenzar un simple curso de inglés, se han necesitado días y días de correos, ha sido como la elaboración de un viaje a la luna, por definirlo de alguna manera. Al menos ya he empezado a estudiar y tengo un nivel intermedio, tanto hablado como escrito. No está mal, pensé que sería una garrulona. Algo es algo. Pero me jode no poder dedicarle todo el tiempo que se debe; trabajar de noche, intentar descansar, hacer cosas en casa... Esto me satura, de eso estoy segura.
Luego lo del juicio contra las empresas... Mí gozo y el de los compañeros del curro en un pozo.
La invitación a Al para poder leer el kemierda también ha influido. Tuve que pensar mal, yo no he sido invitada. Si estoy equivocada, ponerse en mí lugar.
Muchas de estas cosas han sido motivo para capar este blog. Tenerlo únicamente para mí me ha servido, al menos, para tener un hueco propio donde estar totalmente a solas. Si alguien piensa que este post es una disculpa, pues error garrafal.

Marzo me pinta muy negro.
Es posible que a lo largo de este mes vuelva a cerrarlo.

Y para finalizar, mensaje a Changaleona:
No te mosquees si no te dan acceso a algo, en este caso al blog, porque tú has sido la primera capando a los demás (ya son 2 blogs).


lunes, 2 de marzo de 2009

María, Javier y Blanca

María, una chica joven, de 18 años de edad, recuerda unos días muy especiales.
Ha tenido varios novios a lo largo de su vida. A alguno lo llegó a amar, pero todos ellos rompieron el encanto al darse cuenta de que lo único que deseaban era su cuerpo y no a ella, como persona.
No es una chica a la que le guste presumir de figura, pero ha pasado extenuantes horas en el gimnasio y una estricta dieta para tener buen cuerpo. De cabellos largos, negro azabache y rizados, piel blanca, labios carnosos y ojitos color caramelo, dulce golosina. Pezones grandes y centrados en unos senos amplios.

Qué divertido ver la expresión en los rostros de los chicos admirando lo que no tendrían.

Y que piernas tan atléticas, que no significa musculosas, y más arriba de estas y donde la espalda pierde el nombre, su trasero, grande pero bien definido. La parte más íntima y delicada es su vagina, su pubis bien depilado y, como es el lugar más privado, siempre está limpio, santuario prohibido que nadie nunca había llegado a tocar.
Todo esto ha causado problemas con chicos que han querido “andar” con ella, pero digamos que nunca fue tan boba como para dar, lo que le parecía ser el regalo más preciado, a alguien que tiene la mente tan inmadura que ni siquiera intenta conocerla primero antes de perseguir algo más.

Era un sábado por la mañana y Blanca, su mejor amiga, le invitó a una convención de cómics, ya que su novio trabaja para una editorial. Las contrató a las dos como modelos para su stand. Blanca, su gran amiga también tiene un gran físico, incluso mejor cuerpo. Ella es de piel morena, cabello ondulado y teñido de color cobrizo. La verdad es que no estaba nada mal. Van al mismo gimnasio y a la hora del aseo, se duchan juntas. Siempre mirando bien su cuerpo, admirando el contorno de su figura. Pero lo que más le impresiona son sus pequeños senos, siempre colocados, puntiagudos y magníficamente delineados, pezones grandes y morenitos también. Se le veían las marcas de las travesuras de su novio alrededor de ellos, así que imagina que se divierte mucho con esto del sexo.
El día de la convención iban vestidas como personajes de cómic. El traje de Blanca era un spandex blanco con una línea negra que le pasa por todo el centro de su ropa. Era de mangas cortas y como era de una pieza le llegaba hasta como dos manos arriba de las rodillas. Todos los chicos y a la vez “frikis” que andaban por allí hacían fila para comprar el cómic, más que nada para poder ver el hermoso espectáculo de su amiga. María iba vestida con un top rojo, unos shorts azules ajustados y unas botas rojas altas, podría decirse que estaba casi desnuda. A la mitad de la tarde apareció el aburrimiento y les dijeron que podían pasear por la convención si repartían publicidad. En cuanto salieron se sentían las miradas de todos, pero no era una sensación nueva, eran sólo un montón de adolescentes comprando cómics en stands y ninguno era algo que interesara. De repente, un lugar llamó la atención porque se le hizo extraño ver algo así.
En aquella área había muchas personas sentadas en sillas alrededor de una mesa, con unas hojas y tirando unos dados medio curiosos mientras hablaban. Se acercó para hacer que repartía la publicidad y así enterarse de que trataba aquello. Vio que en una mesa había unos chavales vestidos de negro, oyendo a uno hablar con ellos. Le intrigó toda esta especie de juego y se acercó aún más. Además, siempre le había llamado la atención la subcultura gótica.
Un individuo gordo se acercó para intentar sacar conversación, pero le utilizó para que le explicara de qué trataba aquello y después logró que le presentara a sus compañeros. Llevaron una silla para que se sentara y lo viera con esos dulces ojos, dándole pie a que entrara en el juego. Aparentemente, una “coincidencia” escogió el lugar donde tenia que sentarse, porque lo hizo justamente al lado del chico que más le llamaba atención. Aparentaba también los 18, pero decía cosas que los demás no describían con tanta pasión. Tenia el pelo largo y negro, le llegaba hasta los hombros y estaba un poco descuidado, pero la verdad es que eso gustaba más. Estaba todo vestido de negro con unas bandas de piel que le cubrían todo el brazo. Llevaba pantalones ajustados y sobre ellos se dejaban ver unas botas negras de motero. Su cara era limpia y sus ojos eran verdes y profundos, muy expresivos. Todos ellos, aparentemente, estaban participando en un juego de vampiros narrativo, aunque solamente se veía un libro grande que decía Vampire.
Ninguno de los chicos que estaban ahí veía bien que estuviera en ese lugar, lo que hacía no se sintiera muy a gusto entre ellos. No quería estorbar. En eso, el chico de ojos profundos se dio la vuelta y la vio, contestando con una sonrisa de esas que hacen sentir a quien la recibe que eres inofensiva. A diferencia de los demás, él no se fijó en algo más antes de mirarla el rostro y eso le llamó mucho la atención.
Lo que primero hizo el chico de ojos profundos fue decirle que sus uñas sobresaltaban y eso le reconfortó, y más porque se lo dijo él. Comenzaron a charlar, y como él notó que María no estaba entendiendo nada, empezó a hablarle acerca del juego, un juego de rol sobre vampiros, (cosa que había deducido), pero le sorprendió la fluidez con la que le decía cada cosa acerca del juego, porque citaba a algunos de sus autores favoritos, como Stoker. Nunca había conocido un chico al que le gustaran esas cosas y que compartiera tanto y tan libremente sin estar buscando algo más. Le hizo sentir muy especial porque fue el único que se acercó, apartándose de la mesa. Cuando María comenzó a hablar con él, pero ya de otra manera, empezó hacerle preguntas personales. Le dijo su nombre, Javier, y que le gustaba su persona y le comentó que le parecía buena chica. Le hizo saber que él no quería ser un cualquiera en el futuro; esta actividad la tenía como divertimento y su carrera es la que esperaba que le diera el auténtico prestigio.
Apreciaba muchas similitudes entre los dos y eso a María le llamaba más la atención.
Recuerda que cuando ya se iban, mientras él esperaba, al bajar las escaleras de la tarima que era parte del stand, pisó mal y cayó sobre él; su cuerpo amortiguó el golpe acogiéndola en sus brazos con fuerza antes de que pudiera caer. La mantuvo abrazada en ese breve momento y ella levantó la vista para ver sus ojos y darle las gracias. Pregunto que si estaba bien, a lo cual no supo como contestar, así que tomó su mano y le dio un beso en la mejilla derecha. Después de esto, le acompaño a casa y le escribió en un papel su nombre, teléfono y cuenta de messenger.
Esa noche se notaba muy… calurosa. Recordaba sus ojos al cerrar los suyos. Estaba totalmente desnuda. El calor pasaba por todo el cuerpo hasta no poder controlarlo. Situándose frente el espejo, bajó dos dedos de su mano derecha, empezó a tocarse la vagina con un movimiento circular sobre el clítoris, mientras que con la otra mano tocaba el pezón del pecho derecho. El pensamiento de que Javier podía estar en ese momento haciéndola suya le llenaba de lujuria como nunca antes había sentido. Durante bastante tiempo estuvo así, hasta que el movimiento empezó a acelerarse, produciendo gran placer. Pero no quería terminar ahí y sola, deteniéndose de repente. Se fue a dormir. Soñó lo que posteriormente ocurría tras el inicial acto.
A la mañana siguiente, al despertar, estaba dispuesta a que se hiciera realidad.

Fue de nuevo a la convención, pero esta vez no por trabajo, sino por propia voluntad para buscar a Javier y estar con él un rato. Fue vestida como en su sueño, totalmente de negro. Llevaba botas altas, un pantalón y un top de cuero, negro, por supuesto. Javier no llegaba y empezaba a perder las esperanzas de que llegara, así que acompañó a Blanca a los vestuarios para que se cambiara. Blanca entró a uno de los vestidores. Entonces, en cuanto se vio reflejada en un espejo, comenzó sentirse muy excitada. Miró a su alrededor para comprobar que no había nadie más y entró a otro vestidor para continuar con la fantasía de la noche anterior. Se bajó los pantalones y empezó a darse placer de la misma manera, más y más rápido. Pensaba en la voz de Javier que le susurraba al oído que era la chica más especial de su vida. Sus dedos se concentraron en su clítoris, introduciendo poco a poco y suavemente los dedos, acelerando la entrada y salida de los mismos, respirando y jadeando cada vez más rápido. Ya no le preocupaba que alguien pudiera oírlo. Y en ese momento, cuando estaba a punto de correrse, Blanca, abrió la puerta del vestidor.
Le dio mucha vergüenza y se detuvo. Entonces Blanca entró a la cabina y cerró la puerta. Tenía una mirada un tanto rara, y le dijo que tenía suerte de que no hubiera nadie más, sólo ellas dos. Eso hizo que se sintiera incómoda. Pero cuando iba a subirse los pantalones, Blanca empezó a quitarse su traje de heroína de cómics, dejando al descubierto sus pechos, susurrándole que no tuviera miedo, porque todas las mujeres se masturban alguna vez en la vida y que ella le enseñaría como hacerlo para llegar al orgasmo. Se desnudó por completo y empezó a masturbarse de una manera muy exótica. Su cara reflejaba gran placer y eso a María le estimulaba mucho. Entonces, mientras Blanca se masturbaba, agarró sus hermosas y suaves tetitas con las dos manos y empezó a saborearlas, chupando cada centímetro de estas. Esto la excitó tanto que empezó a gemir con gran fuerza. Dirigió sus dedos hacia la vagina de María quien los apartó antes de que llegaran. Se enfadó y preguntó por qué. Ella dijo que no quería que la primera vez fuese así, que tal vez en otra ocasión. Blanca se enfadó aún más. Se vistieron y se marcharon de los vestuarios.

En cuanto salieron se encontraron con Javier, lo cual le hizo saber que había actuado correctamente y no echar a perder todo con Blanca en vez de con la persona con la que quería estar. Javier llevaba puesta una camisa de vestir abierta que permitía ver el vello de su pecho. Hacían buena pareja, vestidos los dos de negro. A él le daba igual el color de la ropa y eso a ella le hacía sentirse mejor, porque entendía que era alguien para él.
Blanca dijo que volvía a la convención. Ellos salieron del recinto para charlar. Decidió contarle a Javier lo ocurrido con Blanca, y a diferencia de cualquier otra persona, no se altero ni dijo nada, solo pregunto que si le había hecho daño. Su respuesta fue clara y concisa: no. No quiso entrar mucho en los detalles de lo sucedido. No sabía tampoco porque Blanca había entrado al vestidor a masturbarse…
Le cogió la mano y le dijo que era la mejor persona que había conocido en toda su vida.
Javier entonces interrumpió a María y le dijo que él no podía decir aun nada, porque quizá no duraría lo suyo.
No se puede pensar que el segundo día qué estás con una persona se es pareja.
Por ello, María pensó detenidamente en que a lo mejor sería que lo suyo fuera una aventura y quedara como ello, y como no sabía qué opinaría él, pues se lo comentó. Él contestó que estaba bien porque él también lo había idealizado y no quería que algún día recordaran que su relación empezó como algo estúpido.
Estuvieron hablando un rato más y descubrió que Javier tenía 28 años. Eso le gustaba y excitaba más porque siempre le gustaba “andar” con gente más mayor que ella.
Después de aquella conversación se fueron a buscar a Blanca y hacerla saber que se habían hecho novios.

La gente empezó a dirigirse a la puerta por donde ellos iban entrando. Entonces la abrazó apartándola a un lado para que no la golpearan. Mientras estaban abrazados ella le veía tierno y protector…y se dejó llevar por… un instinto, y le besó en la boca. Era lo que los dos querían y ya lo tenían, sin miedo a que algo pasara. Mientras se besaban, algo empujaba frente a su vagina. Era Javier, le notaba muy excitado. Se había empalmado tan firmemente que podía sentir su pene casi tanto como si ya lo tuviese entre las piernas, fantaseando con el tamaño de su miembro, y más porque nunca había visto uno directamente. Ella también se puso muy caliente, todo su cuerpo despedía calor. Aprovecharon que la gente se había ido y ella asió fuertemente las manos de Javier y las bajó hasta su culo. Le susurró con voz muy suave en su oído: "Nunca nadie las ha tocado, pero tú eres especial. Han de ser tuyas ya mismo". Javier la beso y empezó a tocar todo su trasero, calentándola, dejándose llevar por un sin fin de hermosas y deliciosas sensaciones. Sentían que su pene quería despedazar sus pantalones y los suyos para alcanzar su coñito. En ese mismo momento él metió la mano en el pantalón y comenzó a frotárselo con sus largos dedos. Ella acompasaba el movimiento con sus caderas. Los gemidos eran opacados por el prolongado beso.
En aquel momento tuvo su primer orgasmo. Se notaba mojada, se había corrido en los dedos de Javier y también en sus bragas.
Se fueron al baño de mujeres, teniendo cuidado de colarle a él también sin que les vieran, para limpiarse.
Antes de entrar al baño vieron un letrero de fuera de servicio y lo colocaron a la entrada para que nadie pasara.
María se bajó los pantalones para limpiarse su tierno y húmedo melocotón, y mientras Javier observaba toda la escena. Notó que le encantaban los pantys de ositos que llevaba, empapados de su jugo. Cuando se los iba a quitar para limpiarlos, él se acercó y empezó a besarla desde atrás, descendiendo hasta su vagina y subiéndola sobre el lavabo, donde comenzó a lamérselo, excitándose como animal en celo cada vez que sentía su lengua, una y otra vez, viajando sobre su raja. En eso Javier se levantó y empezó a besarla de nuevo en la boca, mientras se masturbaba con una mano y se quitaba los pantalones con la otra. Entre una gran corriente de gritos y gemidos, que a él lo excitaban en demasía y hacían que la vagina se lubricara más y más abriéndose a lo ancho. Salían olas de su interior que saltaban hacia todos lados, que hacían sentirse la chica más afortunada del mundo. Y por fin vio un pene, su pene. Él era delgado pero su polla era gruesa y larga. Se arrodilló ante él, se la metió en la boca como pudo y la agarró con las dos manos, hacia delante y hacia atrás. Agarraba delicadamente su cabeza, hacia delante y hacia atrás, acariciando su cabello. La saliva lo cubrió todo en un momento. Se le notaba que disfrutaba mientras recorría su polla con aquella lengüita. Y cada vez se la chupaba más y más rápido, hasta que un líquido salió primero. Prosiguió chupándosela hasta que sintió un gran chorro disparado en su boca. No le dio asco tragárselo. Se relamía, no quería desperdiciar ni una sola gota. Se arrodillo hasta llegar a su nivel.
Apasionadamente se besaron largo tiempo. Se le notaban los pezones a través de la ropa, así que le quito el top y tiernamente desabrocho el sujetador y empezó a acariciar esos pezones grandes, a besarla el pecho con mordiscos y pellizcos por toda ella. Estaban completamente desnudos cuando Javier se levantó y la ayudo a levantarse, colocándola como una perrita, con el pecho sobre el lavabo. Entonces empezó a lamer el agujerito de su trasero, admirando su culo; le parecía hermoso y lo disfrutaba. Intentó penetrárselo, pero se puso a gritar de dolor. Su polla era demasiado grande, pero aún así ese dolor le gustaba. Él se detuvo entonces; ella ordenó que no parase. –Noo, nooo, no pares por favor, sigue… Quiero que folles mí culo-.
No se la metió toda, pudo notar que no más de la mitad. Le hacía sentir… y esta vez llenó su culito con su semen.
Tras esto, le dio la vuelta. Primero besó su pubis, después su cuello y su boca, jugueteando con sus labios. Después de eso le dijo que la amaba.
Descubrió junto a él la gran cantidad de maravillas que se pueden sentir y disfrutar en el sexo.
Ella ahora quiere decirle que alguna vez Blanca pueda unirse a sus travesuras, ha de ser divertido y excitante embestir a dos mujeres al mismo tiempo...