miércoles, 10 de diciembre de 2008

Relato

Lukas vive en Hortigueira con Juan Vargas y su esposa, estimado y querido por sus amos, y gozando de una vejez tranquila. A veces, suele encontrarse en la calle a la viudita, vestida de seda y terciopelo, llamativa y extravagante.
La interesante Aída vuelve la cabeza a otro lado, aparentando no conocer al fiel criado, y éste, por vía de desquite, murmura por lo bajo con alegría maliciosa:

-Las guirnaldas de pensamientos y siemprevivas no le han servido a usted de nada, respetable señora.

La interesante Aída reparte su tiempo entre el mundo y las obras filantrópicas de ostentación.

La interesante Aída no puede ya adornar su brazo con el brazalete curioso de que antaño estaba en posesión. Su padre lo ha enviado, pues era caso de conciencia, a la familia Pessoa, acompañado de una carta, en la que declaraba que aquella joya fué a parar a sus manos "por casualidad y por error". Sus relaciones con la viudita son muy tirantes, pues no puede perdonarla que denunciase a su primo.

La Señora Vargas sigue sentándose todos los días cerca de la ventana y de su indispensable adelfa. La desgracia la ha herido doblemente, con la ausencia de Juan y el suicidio de su prima como término de una existencia desordenada y llena de deudas. Las facciones petrificadas de la madre de Juan parecen haberse dulcificado un tanto bajo la influencia de sus desdichas, y en ocasiones parece que su cabeza erguida se inclina con desaliento.

Recientemente ha recibido carta de su marido, Juan, anunciándola el nacimiento de su primer hijo, y, cosa verdaderamente extraordinaria, la canastilla de la Señora Vargas, siempre llena de madejas grises o negras, contiene ahora un ovillo de lana de color rosa, con el que hace algo a hurtadillas. Ella jura que ese algo no es un par de medias bastas para una de sus famosas loterías, sino un gabancito de bebé. ¿Estará ese gabancito destinado a cubrir el cuerpo del último de los Vargas?.

El tiempo y el amor de una abuela hacia sus nietos puede ofrecer una luz, en un principio débil e incierta, que disipe las dudas tenebrosas que rodean la cabeza y el corazón de la Señora Vargas.

2 comentarios:

Al Casetzer dijo...

Cojones...
No me he enterao de nada, que densidad...
O sea, la mujer (señora Vargas) recibe una carta de su marido que le anuncia el nacimiento de su primer hijo...
Se me ocurren muchas explicaciones, a cual más absurda...

Yo dijo...

Ésta es carne del Nobel de la Literatura.